lunes, 15 de diciembre de 2008

Ahora si, podemos ser felices

Un principio básico que maneja la psicología dice que el ser humano, para superar y crecer ante una situación conflictiva, primero debe admitirla, luego madurarla y posteriormente definir qué es lo que quiere hacer con ella.

Siempre recuerdo una presentación que realizó, ya hace algunos años, la tabacalera Nobleza Piccardo. En ese momento se anunciaba el sponsoreo millonario para el piloto más popular y mediático que tiene el automovilismo nacional. El automóvil de Marcos Di Palma iba a competir con los colores representativos de la marquilla “Derby”, y en su parabrisa figuraría la leyenda “Orgullo Nacional”.

Mientras la presentación se desarrollaba, y se iban conociendo los detalles de tal acuerdo, no podía dejar de sorprenderme y preguntarme: ¿por qué esta compañía multinacional acompañaba en su desarrollo deportivo a un piloto que no ganaba una carrera, y que además era un “vivo” de la competición?

Mientras brindábamos por semejante acontecimiento, le pregunté mis dudas al gerente de marca y su respuesta fue: “Yo vendo cigarrillos populares, no autopartes y neumáticos, y según un estudio que tenemos, quedó demostrado que el Sr. Di Palma, representa los valores más destacados para la mayoría de la sociedad Argentina”. Como no podía creer lo que estaba escuchando, le pedí que me diera detalles del trabajo. Este decía que la mayoría de los habitantes de nuestro suelo admiramos características tales como la “viveza”, “transgresión”, “prepotencia” y “doble moral”, por encima de los buenos resultados.

Unos meses después fui invitado a vivir una carrera junto al admirado piloto desde su box. Había logrado una muy buena clasificación, y largaba desde los primeros lugares. El semáforo se puso en verde, y a los pocos minutos una maniobra anti reglamentaria para sacar a su seguidor de la pista hecho que puso en peligro la vida de uno de sus colegas y dejó a ambos fuera de la carrera. Con este panorama y ya retirándome del autódromo, se veía como “Marquitos”, tenia cuadras de cola para firmar autógrafos, mientras que el ganador, de reconocida trayectoria, pasó caminando por al lado de esta, sin ser reconocido y bromeando para que “El orgullo Nacional”, le firmara su gorra.

Trasladando esta historia a nuestro acontecer diario, podemos decir que:

La repatriación (o blanqueo) de capitales, nos muestra una vez más que manejamos esa doble moral, ya que estas metodologías son sólo abaladas en los paraísos fiscales del mundo. La buena noticia es que sincerando esto, y con el crecimiento que tiene nuestro país en el contrabando de drogas, es una buena oportunidad de negocios.

La expropiación al Grupo Marsans, de las acciones de Aerolíneas Argentinas, es una clara muestra de nuestra prepotencia.

Un grupo de legisladores de la Ciudad de Buenos Aires votó en nombre de otros que no se encontraban en su bancada. Lo triste que esto se dio en el ámbito de la “nueva política”, representada por el PRO, y que este hecho es considerado por sus protagonistas como un hecho sin dramatismo, y hasta casi habitual. Una vez más, la transgresión.

Y para no castigar a la pobre clase política, la viveza, está representada por el Sr. Alberto Cholewa, de la empresa santafecina Makhena, quien ofrece al mundo agua del Rio de la Plata. El aviso dice “agua dulce a granel, cruda, sin tratamiento de ríos de llanura Argentina”. Según su testimonio, al diario Clarín, “No perjudica a nadie y además deja divisas en el país”. Un campeón.

Marcos Aguinis cuenta en su libro “El atroz encanto de ser Argentinos” que un compatriota paseaba por una ciudad de España. Conducía un auto alquilado mientras hacía chistes de gallegos. A toda velocidad pasó una luz roja. Un policía de la Guardia Civil lo persiguió con su moto, al alcanzarlo, lo hizo detener, y preguntó:

- Usted es argentino, ¿verdad?

- Sí, soy argentino. Pero ¡¿que pasa, papi?! ¿Nada más que los argentinos pasamos con la luz roja?

- Pues no. Pero solo los argentinos ríen cuando lo hacen…

La pregunta que debemos hacernos como sociedad es si el ser tan “especiales y aplaudirnos frente al espejo” nos ha hecho sentir bien o mal, ya que los resultados están a la vista. Si nos pesa nuestra personalidad es una buena oportunidad para mejorar, pero si no, seamos felices.

* Por Rodo Herrera